martes, 23 de septiembre de 2008

Odio a la burguesía










¿Quién fue Simón Radowitzky? ¿El penado número 71 y luego el 155 del Penal de Ushuaia? ¿El matador de Falcón? ¿El mártir del anarquismo argentino? ¿”Rasputín el bueno” (su apodo de Ushuaia)? El hombre, el victimario, el prócer, la víctima ¿Quién fue realmente Simón Radowitzky?

El matado de esta historia es el Coronel Ramón Falcón, el jefe de policía de la primera década de la Argentina. Un militar ultra disciplinado, temible, adusto, severo, incorruptible, “un perro”, según sus subordinados más débiles. Fue el que ordenó la represión a la manifestación anarquista del 1º de mayo de 1909, convocada por la F.O.R.A (Federación Obrera Regional Argentina), que dejó un tendal de 36 charcos de sangre proletaria.Luego de este hecho, el Coronel Falcón se convierte en un enemigo de los obreros, en un enemigo del anarquismo. Falcón es el brazo ejecutor de una Argentina anti-obrera, anti-inmigrante, presidida por Figueroa Alcorta. Tal magnitud tuvo la represión del día del trabajo, que 60 mil obreros marcharon en duelo por lo sucedido.

EL HECHO

El 14 de noviembre de 1909, a la mañana, Falcón va al entierro del director de la Penitenciaría Nacional, Antonio Ballvé, en el cementerio de la Recoleta. Va en un coche tirado por caballos, conducido por el italiano Ferrari y secundado por su joven secretario privado, Alberto Lartigau. Toma por la actual avenida Alvear y después dobla por Callao, ahí aparece corriendo un mozuelo de bigotito rojo y tez rosada, de sombrero. Lleva algo en la mano y se coloca a la par del carro. Sin dudar, arroja una bomba molotov, hecha con clavos, en el interior del coche. La bomba explota al instante y hace caer al piso gravemente, heridos, a los tres ocupantes. Radowitzky corre como nunca. Apenas se cae por la explosión y se levanta en carrera a su salvación. Los policías que caminan por la calle son alertados y comienzan a perseguir al anarquista, uno y otros corren a toda velocidad pero a poca distancia. Radowitzky logra ocultarse en una obra en construcción y saca un revolver que llevaba. Reanuda la carrera y sin querer se dispara un tiro en la tetilla. Cae al suelo y los policías lo apresan.

Ahí empieza el derrotero de Simón, una larga historia de vejámenes y traslados, de reclamos de amigos de la comunidad ácrata internacional y de pedido de escarnio por parte de la burguesía.

En la Escuela de Cadetes de Policía (que no casualmente se llama Coronel Ramón Falcón) circula una consigna: “no habrá perdón para el asesino de Falcón”. El crimen toma repercusión en diarios de la época y buena parte de la sociedad pide la pena de muerte para Radowitziky. Pero existe un detalle fundamental: Simón Radowtizky no posee documentos que certifiquen su edad y su lugar de nacimiento. La pregunta se tira al aire: ¿es menor de edad el matador de Falcón? Entre tanta discusión un primo del acusado desenrolla unos papeles que certifican que Radowitzky nació en Kiev en 1891. Es decir, tiene 18 años y 7 meses en el momento que asesina al jefe de policía. Entonces, no lo pueden matar si tiene menos de 21 años. Se decide encerrarlo por tiempo indeterminado en la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras (donde ahora está emplazado el Parque Las Heras).
Pero no es suficiente para un criminal de esa calaña. El gobierno necesita castigar y dar un ejemplo a los anarquistas que a principios de siglo no eran poca cosa y que estaban nucleados en la FORA. Simón Radowtizky es trasladado en un buque pestilente, en la bodega, al calor y la toxicidad del tizne emanado por las calderas, engrilletado, junto a lo considerado como la peor escoria de la sociedad, a la cárcel más feroz de esos tiempos: el Penal de reincidentes de Ushuaia. Es 1911.

Diecinueve años pasa Simón Radowitzky en el penal de Ushuaia. De 1911 a 1930. Allí es idolatrado por los demás presos, es el delegado de las reivindicaciones por condiciones más dignas. Es cruelmente castigado por algún guardiacárcel, como José Piccini. Y en cada aniversario del asesinato de Falcón, es encerrado a pan y agua, sin luz del día, en una celda, aislado, durante 20 días. En una entrevista que le hace un periodista del diario Crítica, el anarquista declara: “yo integro, pese al encierro, la familia proletaria”.

En 1930 es indultado por Yrigoyen, que necesitaba rédito político. Es indultado pero obligado al exilio. Primero se va a Uruguay, donde realiza tareas militantes anarquistas, como ayudar a sus compañeros expulsados de Italia y Rusia, a que puedan vivir en tierra charrúa, un lugar amable con la familia del comunismo libertario. Luego se va hacia España, donde tiene una activa participación en la guerra civil española. En sus últimos años vive en Méjico, con un nombre falso, José Gómez, y es empleado del Consulado. Ahí se casa con su única mujer conocida. En 1956, muere a los 65 años. Sus siempre solidarios camaradas le pagan una tumba sencilla.

En otra de las pocas entrevistas brindadas por Radowitzky, dijo: “no deseo choques entre obreros. En estos episodios siempre hay un provocador policial que actúa de instrumento. Yo viví intensamente aunque era muy joven, el dolor de la jornada trágica, la matanza de aquel 1º de mayo que puso tristeza eterna en muchos hogares proletarios. Quise hacer justicia”.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Muerta y hermosa. El Caso Oriel Briant


El 13 de julio de 1984, en el kilómetro 75 de la Ruta 2, encontraron el cadaver de la profesora de Inglés, Aurelia Catalina Briant, "Oriel Briant". Un cuerpo muerto en camisón y con medias celestes, ensangrentado, con más de treinta heridas, con heridas hechas después de muerta, con un disparo en la cara y otro en el glúteo derecho, con heridas hechas a cuchillo y con saña en el ano y la vagina.

Un manto de misterio y olvido cubre el crimen de Oriel. Los acusados y señalados como culpables, están hace más de veinte años libres. Federico Antonio Pippo, su hermano Esteban y su madre Angélica Rosa Romano, estuvieron casi un año en el Penal de Olmos, bajo el cargo de "secuestro seguido de muerte". Pero la Cámara del Crimen de La Plata estableció que no había pruebas suficientes, que el acta de hallazgo del cadaver estaba mal hecha y fueron sobreseidos. Los restos de Oriel Briant descansaban en una tumba olvidada del Cementerio de La Plata, hasta 1991, año en el que sus restos fueron depositados en una fosa común. Nadie había pagado los impuestos del cementerio.

Aurelia Catalina Briant y Federico Antonio Pippo se conocieron en 1969, en el boliche platense Federico V. Oriel era hermosa, deslumbrante, rubia de cabellos largos e imensos ojos pardos. Hija de la pequeña burguesía platense, de familia inglesa, estudiaba el profesorado de Inglés. Pippo era un profesor de Literatura, de extracción humilde, conversador, citador de escritores y encantador para cualquier chica que buscase una charla culta antes de tener una relación sexual.

Oriel y Pippo se pusieron a salir de inmediato y a los dos años se casaron. Era 1971 y en un primer momento, fueron a vivir a un departamento pequeño del centro de la capital de la provincia. Después, él comenzó a trabajar en el profesorado "Roque Saenz Peña" de la Capital Federal y ella agarró una cátedra de Lengua Inglesa en la Facultad de Humanidades de La Plata. Gracias a los nuevos ingresos pudieron comprar un chalet en City Bell, en la calle Cantilo, ente 22 y 23.

Pippo era severo con Oriel. La quería conservar inmaculada, con los cabellos largos, siempre usando vestidos, sin usar jeans, que fume en boquillas doradas. Oriel aceptaba el sometimiento. Pippo estaba cada vez más ausente de la casa, a veces se quedaba a dormir en Capital. Y encima había conocido a un discípulo, un alumno preferido del profesorado: Carlos Davis, alias "Charlie". Oriel había empezado una relación amorosa con el vidriero de la esquina, Alberto José Mensi. Tal era el quiebre en la pareja de casados, que Pippo se fue, un mes de viaje a Europa con su discípulo, en 1982. Paralelamente, nacía el cuarto hijo de la pareja: Christopher Beltrán, que se sumaba a Martina Magalí Del Socorro, Tomás Augusto y Julián Lautaro.

Briant y Pippo ya discutían a los golpes, y el 7 de julio de 1983, él la corre con un cuchillo. Oriel decide irse con sus hijos a la casa de su madre y separarse de Pippo. Este asunto no le agradaba al hombre de Letras, porque ante un inminente divorcio, perdería tanto la tenencia de los hijos como la casa donde vivía. Pippo no tenía dónde caerse muerto, no tenía el respaldo de clase que sí tenía Oriel. Pippo era un ascendido social que poseía una gran cultura literaria, nada más que eso.

El 9 de julio de 1984, Oriel Briant dormía en casa de su madre, junto a su hijo más chico, Christopher. Casi a medianoche abre la puerta ante los insistentes y apurados llamados. Se ve que al mirar por la mirilla, encontró una cara familiar, como para abrirle sin problemas.

Se cree que ese día Oriel fue secuestrada por Pippo, su hermano y su madre, y llevada drogada a Lobos (ciudad natal de los Pippo) donde la tuvieron retenida hasta el día de su muerte. Se sabe, según las pericias, que la mataron en el lugar del hallazgo del cadaver.

En el momento de la noticia del asesinato, se fantasearon hipótesis tales como que Oriel fue víctima de una secta de homosexuales o que fue raptada por un grupo de pornógrafos. Lo cierto es que todo quedó en una gran nebulosa en la que primero se acusó al vidriero Mensi y después se llegó a los culpables sin condena, los Pippo. Hubo una testigo que declaró haberlos visto al profesor y a sus secuaces el día del secuestro, en la puerta de la casa de la madre de Oriel, llevándose a la misma. También el preferido de Pippo, Carlos Davis declaró ante un juez platense: "Pippo me dijo que estaba decidido a eliminar a Oriel. Fue hace dos meses, una tarde que caminábamos por avenida Santa Fe. Estaba el juicio de divoricio de por medio y el tema de a tenencia de los chicos. Y él no lo soportaba. No era la primera vez que me hablaba del tema, pero esa tarde me aseguró que ya le había pagado la mita de una suma de dinero a cierta gente para que se encargara de ella."

Pippo vivió en el chalet de City Bell durante muchos años. Tanto él como sus hijos no hablaron más del tema, Uno de ellos tuvo hace casi diez años, problemas con drogas y con la policía, por robo. La familia de Oriel también se llamó a silencio.